Vivimos y enseñamos un mundo de ficción

¡La concha de mi existencia, carajo!

Puedo escribir las líneas más tristes esta noche. 
Escribir, por ejemplo: "la vida es una mierda". 

Bueno, perdón, es que estoy de malos ánimos. Trataré de exponer mis motivos de la forma más coherente que pueda, aunque al final quizá me salga una maraña de balbuceos. 

¿Y si les narro qué pasó? Bueno, probaré eso primero, aunque no estoy muy seguro de cómo salga el asunto. 

Hoy un grupo de estudiantes realizó un ensayo de una evaluación muy importante. Al principio esperaba mejores resultados, pero bueno, son estudiantes y les daré recomendaciones. Si embargo, cuando estaba ahí, tratando de motivarlos, de darles mis mejores palabras para su desempeño en la clase, por dentro de mí había una voz que decía "Al carajo, nada de esto tiene sentido. Los estoy acorralando a hacer algo que, aparte de una nota, quizá no tenga la menor trascendencia o importancia para sus vidas. Mejor sería simplemente pasar a algo más importante y dejar esto de lado". En el momento no lo discerní de ese modo, pero sí sentía en mi estómago la contradicción del momento. 

Luego conversé un poco sobre dicha práctica y otras antes realizadas. En general, aunque todavía no están listos, considerando el tiempo que queda, creo que pueden estarlo para cuando llegue el momento. El problema es que, aunque es mi responsabilidad y honestamente quiero lo estén, en el fondo sé que todo se trata simplemente de obtener una pinche nota inhumana que sí, les dará un buen certificado, les abrirá puertas, pero se las abrirá en este mundo lleno de injusticias y contradicciones donde solo unos cuantos ganan y nadie es feliz. 

Regresé a la casa y los ánimos se me fueron al suelo. No entendía qué ocurría, qué pasaba. Creí que estaba preocupado porque los chicos no estaban del todo listos, y quizá un poco, pero no era eso lo que me hacía sentirme tan mal. Me dio somnolencia y unas tremendas ganas de huir (adónde, ni idea). Mas tarde pude ver unos cortos en youtube que me devolvieron la calma y la noción de realidad y fue entonces cuando se me alumbró el interior y comencé a comprender. Los cortometrajes me devolvieron a la realidad, me permitieron pensar la realidad, la vida verdadera y me di cuenta de que eso es justamente lo que no se hace en los colegios, es justamente eso lo que no se enseña. 

Entendí entonces por qué me sentía de ese modo: mientras creo que a los jóvenes se les debe dar herramientas reales para afrontar la vida real, no solo la profesional, tengo que asegurarme de que puedan aprobar exámenes y evaluaciones específicas; mientras creo que deberíamos se debe hablar sobre sexualidad, autoestima, diversidad humana, dolor, amistad, drogas y la vida, tengo que estar hablando de que no llenen tanto las diapositivas, que muevan el cuerpo un poco más mientras hablan, que no hagan pausas tan largas. ¡Siento que no puedo ser honesto con ellos! Sí, saber cómo realizar una presentación es importante, ¡pero es más importante estar mejor preparado para vivir! 

A ver, ¿a quiénes de ustedes les ha servido saberse la tabla periódica para resolver los problemas cotidianos? ¿Quién ha usado la fórmula cuadrática para comprender sus emociones? ¿Cuántos han recordado el Ciclo de Kreb para dejar de estar tristes? ¡Pues yo tampoco! Sí, me acuerdo que un hidróxido y un ácido forman una sal más agua; sí, me acuerdo de la diferencia entre signos y síntomas; me acuerdo de en qué consistía el proceso de oxidoreducción y de los números imaginarios, donde i es la raíz cuadrada de -1; pero solo me acuerdo de una única vez en la que se habló de los sentimientos, que casi lloro, pero que nadie nuca se dio cuenta y no fue más que el inicio de una clase que rápidamente olvidé y se perdió en el mar del colegio.

Al carajo, lo que quiero decir es que no le encuentro sentido a enseñar tanto de retórica, de análisis literarios, de métrica, de tanta matemática, tanta física y tantas materias que sí, son válidas, son importantes profesionalmente hablando, pero ninguna de ellas ayuda a enfrentar el día a día humano, los sentimientos, las emociones, las creencias, las normas sociales, las diferencias, el autoestima, las relaciones interpersonales, el manejo del estrés, etc. ¿Por qué no hablar sobre las drogas, la sexualidad, la cultura, los gobiernos y las injusticias y desigualdades sociales? ¿Por qué no compartirles nuestra experiencia sobre estas cosas a los más jóvenes? ¿Por qué en lugar de prepararlos para insertarse exitosamente en este mundo no los preparamos para cambiarlo y arreglarlo? ¿Por qué no enseñarles a cuestionar absolutamente todo y a expresarse en lugar de oprimirlos y hacerlos unos borregos "disciplinados"?

Sí, les enseñamos mucha ciencia, mucha disciplina; pero son conocimientos que no se relaciona con ellos y que no tiene nada que ver con su cotidianidad, nada que ver con sus vidas, sus problemas o sus intereses. ¿Qué sentido tiene? ¿A caso no es mejor ayudarles a ser felices? Sí, se necesita formación especializada, ¿pero para eso no están las universidades? ¿Cuántos años estudiando y en qué momento se aprende a vivir? Uno crece rodeado de un montón de datos, conceptos y teorías supuestamentes importantes, pero llega la vida, las inseguridades, la opresión, la injusticia, el dolor y no tenemos ni puta idea de cómo lidiar con ellos; ¡estamos desarmados ante la vida! o más bien ante este mundo que hemos creado. Sumergimos, y hemos sido sumergidos, a un mundo de "conocimiento" que no se relaciona en ningún momento con la realidad; les hacemos creer una "realidad" tan lejana que paree ficción, ficción del mundo, ocultando la verdadera vida, la que llevamos dentro y la que experimentamos día a día fuera de las aulas (y muchas veces dentro de ellas).

Bien, estos chicos saldrán "muy bien preparados"; ¿y cuando se sientan tristes qué van a hacer?, ¿cuando se sientan traicionados, poco valiosos, perdidos, solos? No es novedad que la plata no hace feliz a nadie. Y cuando tengan injusticias frente a ellos, cuando las padezcan, ¿sabrán qué hacer?, ¿sabrán cómo hacerlo? Es cierto que algunas de estas cosas se mencionan, pero siempre en segundo plano, nunca son lo realmente importante. ¿Por qué no mejor nos enfocamos en lo humano? ¿En nuestra relación con nosotros mismos, los otros y  el mundo?

Y vaya que el asunto no es de hoy. Desde hace semanas vengo sintiendo que algo hace falta en mis clases, que algo hace faltan en mi vida para que tenga realmente sentido y es justamente eso. Era un limbo monótono y aburrido en el cuál me encontraba perdido. He venido enseñando contenidos, planificando y los estudiantes han respondido de la forma esperada. A muchos los puse a escribir un poema algo extenso y los estudiantes cumplieron con los criterios de evaluación; sin embargo, sentía que eran textos vacíos, que algo hacía falta en esos poemas, y es justamente eso, la realidad, su realidad, lo que sienten, lo que quieren y lo que piensan lo que hacía falta. No dirigí las cosas para que se expresaran, para que aprovecharan para compartirse a sí mismos al mundo, sino que fue una simple asignación más de su vida académica. A diferencia de otras hermosas oportunidades, no estaban ellos en sus palabras, no era su voz la que hablaba y por eso no pude conectar con ellos. Al menos ahora sé nuevamente hacia dónde quiero ir y guiarlos (aunque no sea el objetivos del currículum ni los putos estándares de nadie, ¡carajo!).

Es lo que quisiera hacer, poder experimentar, poder hacer lo que realmente creo necesario e importante, poder estar con ellos de igual a igual con el único objetivo de compartir y ayudar, ¡pero no se puede, carajo! ¡¡¡No se puede!!! Y eso es lo que me frustra, que tengo que hacer algo en lo que no creo, que no puedo hacer lo que realmente creo, que parece que solo yo pienso así y que no puedo hacer nada. Y es que me cansa sentirme tan solo en lo que creo, en lo que quiero hacer; sentir que nadie más está en esta sintonía, que de repente soy yo el que está mal y estoy más que perdido; y estar acá, en el culo del mundo sin la posibilidad de encontrar un solo camarada que esté dispuesto a intentar algo, con el cuál nos demos apoyo en estos momentos, con el cuál compartamos un sueño. 


Y pues eso, que estoy triste por eso, que quiero llorar y no puedo, que quiero gritar y no puedo. Y para eso escribo esto, para llorar y gritar aunque sea de este modo. Ñe. Quizá al final si pueda hacer algo, es solo que hoy exploté (¿o más bien implosioné?).

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